Muchos espacios han ido transformándose, amoldando y reinventando su carta para llegar al comensal, por el método más conocido: el delivery. Cada restaurante tiene un estilo propio, le dan su toque personal para que la experiencia sea grata.

No estoy seguro de que haya un número claro de cuantos han sobrevivido a esta nueva forma de vender; los huariques son el claro ejemplo de ello. Seguramente extrañas a la señito de la chanfainita, el chino del chaufa y el caldo de pollo, el show de los cebicheros en carretilla y toda la magia que solo la ofrecían los huariques.

Si de huariques se trata, tenía un lugar preferido para mis noches de paso por el distrito de Surquillo, en pleno cruce de Narciso de la colina con Varela y Orbegoso encontrabas a la señora Cuchita, con su conocido espacio de pescado frito. Lugar que por la cuarentena entró en reposo por unos meses; la buena noticia es que La señora Cuchita encendió fogones, llenó los peroles de aceite y regresó al barrio mediante delivery.

En su carta van a encontrar pesca del día, hueveras fritas, yucas doradas, filetes de pescado acompañado de ensalada y arroz; como siempre A1 la comida. Tenía que ser testigo de su regreso y para ello pedí de todo un poco y la verdad es que la sazón sigue igual, diría que las pilas recargadas se ven reflejadas en el trabajo final, con esa textura crocante en las yucas y los jugosos pescados.

La nueva normalidad y forma de vender no fue obstáculo para doña María Cristina Valdez, conocida para todos, como Doña Cuchita, conocida para mí cono una guerrera de la gastronomía, con taper en mano espera sus pedidos para entregarlos con mucho amor y cumpliendo los protocolos necesarios. Avisados están.

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